Una reciente investigación publicada por la revista Nature ha confirmado la presencia de microplásticos en profundidades oceánicas de todo el mundo, desde la superficie hasta zonas abisales como la fosa de las Marianas. Este hallazgo representa un avance crucial para entender la distribución de estas partículas y su potencial interferencia en procesos esenciales como la absorción de dióxido de carbono por parte del mar.
El alcance de la contaminación plástica submarina
Para el estudio se analizaron datos de 1.885 estaciones de muestreo recolectadas entre 2014 y 2024. Los resultados mostraron una presencia persistente de microplásticos en toda la columna de agua. En regiones como la fosa de las Marianas, se registraron hasta 13.000 partículas por metro cúbico a siete kilómetros de profundidad. Las partículas más pequeñas (1-100 µm) resultaron ser las más numerosas y las más propensas a permanecer suspendidas durante largos periodos, según el portal web El Espectador.
[post_relacionado]Mientras que los fragmentos más grandes suelen quedar atrapados por la estratificación del agua, los más diminutos se dispersan con facilidad, lo que incrementa su contacto con la fauna marina. Los investigadores destacan que esta ubicuidad podría afectar funciones biológicas clave, especialmente en organismos filtradores y en las cadenas tróficas.
Riesgos de los microplásticos en profundidades oceánicas
Uno de los hallazgos más relevantes es la posible relación entre la presencia de microplásticos y la reducción de la capacidad de los océanos para actuar como sumideros de carbono. La acumulación de estas partículas podría modificar el transporte de carbono en el mar, afectando la eficiencia del ciclo biogeoquímico que regula el clima del planeta.
El equipo autor recomienda una estandarización de metodologías y una coordinación internacional que permita un monitoreo más preciso y continuo. Estas medidas serían esenciales para evaluar los riesgos a largo plazo y elaborar políticas de gestión que mitiguen la diseminación de microplásticos en los ecosistemas marinos.
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Fuente y foto: Nature