Durante la última década, muchos de los grandes pulmones verdes del planeta, como la Amazonia, el Congo y el Sudeste Asiático, han experimentado un rejuvenecimiento forzado. Esto significa que, debido a incendios, tala y otras perturbaciones humanas, se están reemplazando bosques antiguos por masas forestales jóvenes. Aunque estos nuevos bosques crecen con rapidez y absorben CO₂ atmosférico, no logran igualar la capacidad de almacenamiento de carbono de los ecosistemas más antiguos.
Bosques jóvenes, menos carbono almacenado
Según un estudio internacional liderado por Simon Besnard del Centro GFZ de Geociencias, cada año se pierden alrededor de 140 millones de toneladas de carbono en biomasa aérea debido a este reemplazo forestal.
[post_relacionado]La clave está en la edad: los bosques maduros, con estructuras complejas y suelos ricos, conservan carbono durante siglos. En contraste, los más jóvenes aún no han alcanzado esa capacidad.
El equipo científico combinó imágenes satelitales con un nuevo conjunto de datos llamado GAMI v2.0, que ofrece mapas de edad forestal de alta resolución. Esto permitió identificar las regiones donde los bosques están envejeciendo naturalmente, como partes de China, Europa, Norteamérica y aquellas donde la presión humana los está rejuveneciendo a gran velocidad. Esta dinámica tiene implicaciones directas en la mitigación del cambio climático.
Capturar rápido no es conservar
A pesar de que los bosques jóvenes capturan carbono de forma más acelerada, su capacidad total de retención es limitada. Los bosques primarios, por su parte, siguen almacenando carbono, incluso con tasas de crecimiento más lentas.
El suelo y la biomasa muerta en estos ecosistemas contienen grandes cantidades de carbono que se acumulan con el tiempo.
¿Qué se necesita para evitar una pérdida mayor?
El informe señala que conservar los bosques antiguos es vital para frenar las emisiones netas de carbono. También propone una gestión estratégica de los bosques secundarios, para maximizar su desarrollo hacia etapas más maduras. Esto incluye políticas que limiten la deforestación, promuevan la restauración ecológica y permitan a los ecosistemas envejecer naturalmente.
Los autores del estudio en Nature Ecology and Evolution concluyen que encontrar un punto de equilibrio entre perturbación, regeneración y conservación determinará el papel que los bosques jugarán frente al calentamiento global. Sin una estrategia clara, los bosques podrían pasar de ser aliados en la lucha climática a convertirse en fuentes netas de emisiones.
Fuente y foto: Centro GFZ