Su importancia radica en la reducción del contenido de carbono en la superficie del material. Un nivel excesivo de carbono hace que el acero sea frágil y susceptible principalmente a la fractura, mientras que un control adecuado del contenido de carbono asegura la resistencia y ductilidad deseadas, mejorando así la calidad y la vida útil del acero en sus múltiples aplicaciones.